

Es este día señalado, San Miguel, los palmeros solicitamos el favor de tu amparo para superar, cuanto antes, la crisis económica que nos afecta. No es un momento de vender mensajes con la boca pequeña y sin pasar a la acción. Se nos piden hechos, no sólo a los que tenemos el deber de gobernar, sino también aquellos que están obligados a hacer oposición de forma responsable. La situación de crisis nos embarga a todos… Y todos tenemos que ilusionar a esa gente que espera de nosotros que, a pesar de ella, mantengamos en alto los pilares del bienestar.
La gente de la calle no se traga, y mucho menos ahora, opiniones autocomplacientes, debemos atender a la cruda realidad, sin maquillar ni ocultar los problemas. Se acabó la política al margen de los anhelos y participación de los ciudadanos. Nuestra obligación, junto con los Gobiernos Central y Autonómico, es hallar una salida con el esfuerzo de todos. Recuerdo aquí y ahora aquella llamada a la responsabilidad y voluntad colectivas que, en cierta ocasión, pronunciara John Kennedy, presidente de los Estados Unidos: “No preguntes que puede hacer tu país por ti, pregunta que puedes hacer tu… por tu país”.
Glorioso San Miguel Arcángel, admirable guía, ilumina el camino del futuro, premia nuestro esfuerzo y castiga la maldad de esos mercaderes del siglo XXI, reyes del petróleo y las finanzas que juegan a ser Dios, en lugar de ser administradores de “la cosa creada”. Dios lo hizo todo de la nada. El nunca vendió ni cedió sus derechos de propiedad a nadie. Vinimos desnudos a este mundo y desnudos nos iremos. Al morir nos daremos cuenta que no éramos dueños de nada. Sólo sus mayordomos. Y la cualidad más importante de un mayordomo es la honestidad. Un mayordomo honesto no le roba al patrón. Dios pone la tierra, la vida, el sol, el agua, los metales para hacer las máquinas, el petróleo y demás combustibles para producir energía… Nuestra obligación es ponernos manos a la obra, no especular con ella. Al hacer balance… cuántos de esos gobernantes o poderosos que, incluso, han llegado a amasar riquezas con sangre ajena, se preguntan por lo que corresponde a Dios… A ese Dios que deberían ver presentado en el prójimo, en el otro, en los demás… Pero si los poderosos, que eran sólo mayordomos, perdieron los papeles de la dignidad y la vergüenza, nosotros vamos a encontrar esos papeles en el trabajo y en el esfuerzo cotidiano. Todos juntos….mano con mano, en un compromiso solidario, e impidiendo que algunos de nuestros vecinos, acuciados por problemas económicos, se vean en la pobreza.
Con la ayuda de nuestro Patrón San Miguel, seamos optimistas. No es posible creer que nuestros pensionistas y jubilados tengan que vivir de forma mísera, después de haber entregado su vida para hacer grande a esta tierra. No puede suceder que “la solidaridad se acabe” o que, a los políticos, se nos “sequen” las ideas. Tampoco debemos pensar que esta situación de crisis pueda limitar a nuestros hijos el acceso a la Universidad por falta de recursos o que tengan una vida laboral precaria y poco digna, que cerraría puertas a sus aspiraciones de fortalecer los patrones de una sociedad avanzada.
No existe fórmula mágica para salir del receso en el que estamos. Nuestro esfuerzo ha de estar encaminado a generar empleos que nos ayuden a crecer y construir riquezas. Son muchos los palmeros que vuelven a mirar hacia el turismo. Siempre nos hemos negado a adoptar el modelo acelerado de otros lugares, son embargo, creemos haber contado con el sosiego necesario para entender aquél, en el que debe mirarse nuestra Isla y que ha de girar en torno al atractivo de sus paisajes, a la búsqueda de “lo natural”, como concepto y producto diferente.
Si apredemos a ver el turismo con la sensibilidad y respeto que merece toda experiencia positiva; si mantenemos un equilibrio entre los intereses sociales, económicos, estéticos, sin perder de vista la diversidad biológica y los sistemas que sostienen la vida; si potenciamos la agricultura y el medio rural, dando la importancia debida al proceso ecológico de una Isla que es Reserva Mundial de la Biosfera; si comprendemos que la demanda de productos por parte del sector turístico es una oportunidad para diversificar y moderniza el sector primario; si conservamos las áreas protegidas y delimitamos aquellas que consideremos más frágiles para que sean contempladas desde miradores y senderos; si las infraestructuras sociales no están reñidas con la estabilidad ambiental… estaríamos hablando de que visitar La Palma es un privilegio. Estaríamos hablando, incluso, de cambiar el término turismo “sostenible” por el de “sustentable”, capaz de armonizar los intereses propios del desarrollo con esa riqueza natural, que es patrimonio de todos.
Para terminar San Miguel, te ofrecemos algo que tampoco tiene ni peso ni medida, pero que se siente… Es la verdadera alegría de la fiesta. Sin alegría la Fiesta no existe. Es sólo apariencia. Pero aquí, en la Villa y Puerto de Tazacorte, para elaborar un programa de actos, en tiempo difíciles, pocas cosas bastan… La amista de vecinos, las ganas y el entusiasmo que se observa por doquier… son un claro templo de que la fiesta existe y, con ella, la gente presume también de su existencia como pueblo. Un Pueblo al que importan las cosas sencillas. Aquí, se ama lo diminuto. En propio paisaje de un pueblo pequeño, anclado a la orilla del mar, basta y sobra para mirar al horizonte. Un horizonte despejado y con opciones de futuro.
Tazacorte es un pueblo imaginativo, donde el alma achica para gozar de forma íntima, tradiciones y costumbres… Por eso, aquí la fiesta tiene duende. Un duende que nos hace percibir el alma de las cosas pequeñas… que nos hace ver, por ejemplo, el paisaje cotidiano de encrucijadas y calles estrechas, como algo nuevo y recién creado. No importa que el sol estremezca la mañana o que la tarde nos diga que tiene sed de sombra. Tazacorte, se te ofrece, San Miguel, como un remanso quieto. Un cantar luminoso y reposado, pero cargado de esperanza, con ese lirismo especial que tienen los sueños maduros y los ensueños despiertos.
José Luis Perestelo Rodríguez
Presidente del Cabildo de La Palma
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